de/di José Cereijo
(trad. Marcela Filippi)
Medio despierto aún,
una voz, algo en ti, que susurra de pronto:
«has de morir, un día
te borrará la muerte». Y esa idea terrible
te penetra hasta el fondo,
como no lograría hacerlo en la vigilia.
Y te quedas allí, sobrecogido,
privado por completo
de toda reacción, de cualquier luz,
casi de inteligencia; hasta que el mismo exceso del
espanto
te obliga a despertar. Y te recobras,
y dejas de saber, en ese instante,
siquiera qué sentías. Eres otro,
que es capaz de decir, y de creerlo,
«morir, todos morimos;
ser hombre es ser mortal. No te des importancia.»
Y te levantas, vuelves
a ser el de costumbre,
olvidado ya el miedo.
Aunque dentro de ti siga creciendo,
silencioso, el abismo.
Ancora mezzo sveglio,
una voce, qualcosa in te, che sussurra all'improvviso:
«devi morire, un giorno
la morte ti cancellerà.» E quell'idea terribile
ti penetra nel profondo,
come non riuscirebbe a farlo durante la veglia.
E rimani lì, atterrito,
completamente privato
di ogni reazione, di qualsiasi luce,
quasi d'intelligenza; finché lo stesso eccesso dello
spavento
ti costringe a svegliarti. E ti riprendi,
e non sai più nulla, in quell'istante,
nemmeno cosa sentivi. Sei un altro,
chi è capace di dire, e di crederci,
«morire, moriremo tutti;
essere un uomo significa essere mortale. Non ti dare importanza.
E ti alzi, torni
ad essere il solito,
dimenticato la paura.
Anche se dentro di te continua a crescere
silenziosamente l'abisso .
(De Árbol desnudo. Renacimiento)
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