lunedì 23 marzo 2020

AL LEER A T. S. ELIOT/LEGGENDO T.S.ELIOT

de/di Santos Domínguez Ramos
(trad. Marcela Filippi)
I
At the violet hour...
(T.S.Eliot)
Segregará la tarde su lenta escarcha dura
sobre el fulgor macabro de la hierba y las hojas
que el otoño fermenta con sus rayos oblicuos.
La sorpresa del frío en la isla apagada.
Con su opaca costumbre de sombras y fogatas
destilará en las fuentes el zumo del helecho,
el veneno del cuarzo por la floresta negra.
Ahí su efusión de muerte, su vértigo de riscos
y su hora sesgada con ángeles y teas
sobre el ala del cuervo del horizonte bajo
de donde son las luces rojas de los fanales
pálidos de los trenes.
Turbio sermón del fuego, salmodia del oscuro.
Como una ponzoñosa neblina amarillenta,
con olores mojados y cortezas con lepra,
subirá de las turbias raíces de los robles
la llamada secreta del musgo y de la ortiga
que alimentan la oscura procesión de sus jugos
cuando estalla la espora por las hojas podridas
en el talco del cráneo o la boca del buey.
Donde el cepo su herrumbre, en los ojos del lobo,
allí las nervaduras reclaman su sustento:
lo que desprecia el buitre y pule la intemperie.
II
Ay del que entonces vele o camine cansado
bajo el frío. Ay del solo
al que el recuerdo empape con un temblor de hogueras
nubladas por la lágrima extensa del viajero
que se ha sentado, póstumo, al borde del camino,
a contemplar el cerco de las luces sin fondo
y a escuchar las gabarras que arrastran sus cadenas,
como una pesadilla, por los mares sin luna.
III
Fluvial baja la rama
hacia un futuro áspero de turbios remolinos.
Se equivocó el efesio. El mar nos la devuelve
igual que nos devuelve el futuro al pasado
por el camino estrecho de la infelicidad.
Sólo al que azota el viento largo de la tristeza
le sirven los recuerdos. El feliz da al presente
sus ofrendas de frutos y flores y semanas.
Por la cíclica noria y el agua circular
van pasado y presente sobre sus cangilones
con el mismo quejido por el agua perdida.
Los que bailaban yacen bajo el cerro
(T.S.Eliot)
IV


Feliz de la serpiente que arrastra su ondulante
anatomía viscosa por la tierra nocturna.
Mineral se acompasa su cansancio reptil
al compás de rutina del reloj de los astros
y al ciclo subterráneo del hongo y el gusano.
Mientras cuenta las largas sílabas del silencio,
su helado corazón de pedernal y luna
ejerce una costumbre de muerte transitoria,
igual que la corteza y las cuencas vacías
su lento simulacro
blanco bajo la nieve.


I
At the violet hour...
(T.S.Eliot)
Segregherà la sera la sua lenta e dura brina
sul bagliore macabro dell’erba e le foglie
che l'autunno fermenta con i suoi raggi obliqui.
La sorpresa del freddo sull'isola spenta.
Con la sua opaca abitudine di ombre e fuochi
distillerà nelle fonti il ​​succo della felce,
il veleno del quarzo lungo la foresta nera.
Lì la sua effusione di morte, la sua vertigine di precipizi
e la sua mite ora con angeli e tea
sull'ala del corvo dell'orizzonte basso
da dove vengono le luci rosse dei fanali
pallidi dei treni.
Torbido sermone del fuoco, salmodia del buio.
Come una velenosa nebbia giallastra,
con odori bagnati e corteccia con lebbra,
salirà dalle torbide radici delle querce
il segreto richiamo del muschio e dell’ortica
che alimentano l’oscura processione dei suoi succhi
quando esplode la spora lungo le foglie putride
nel talco del cranio o nella bocca del bue.
Là dove la trappola e la sua ruggine, negli occhi del lupo,
lì le nervature rivendicano il loro sostentamento:
ciò che disprezza l'avvoltoio e pulisce l’intemperie.
II
Guai a chi dunque vegli o cammini stanco
sotto il freddo. Povero il solo
a cui il ricordo inzupperà con un tremito di fiamme
annebbiate dalla vasta lacrima del viaggiatore
che si è seduto, postumo, sul bordo del cammino,
a contemplare la siepe di luci senza fondo
e ad ascoltare le chiatte che trascinano le loro catene,
come un incubo, per i mari senza luna.
III
Fluviale scende il ramo
verso un aspro futuro di torbidi vortici.
Si è sbagliato l’efisio. Il mare ce lo restituisce
così come ci restituisce il futuro al passato
lungo lo stretto sentiero dell'infelicità.
Solo colui che è flagellato dal lungo vento della tristezza
ha bisogno dei ricordi. Chi è felice dà al presente
le sue offerte di frutti, fiori e settimane.
Dalla ciclica noria e dall'acqua circolare
vanno passato e presente sui loro catini
con lo stesso gemito per l'acqua perduta.
IV

Quelli che ballavano giacciono sotto la collina
(T.S.Eliot)
Felice del serpente che trascina la sua ondulante
anatomia viscida lungo la terra notturna.
Minerale si cadenza la sua stanchezza rettile
al ritmo di routine dell’orologio degli astri
e al ciclo sotterraneo del fungo e del verme.
Mentre conta le lunghe sillabe del silenzio,
il suo gelido cuore di selce e di luna
esercita un'abitudine di morte transitoria,
come la corteccia e le cavità vuote
il loro lento simulacro
bianco sotto la neve.
(de Las provincias del frío, Algaida Editores. Sevilla, 2006)

domenica 22 marzo 2020

EL MAR/IL MARE

de/di Jorge Luis Borges
(trad. Marcela Filippi)
Antes que el sueño (o el terror) tejiera
mitologías y cosmogonías,
antes que el tiempo se acuñara en días,
el mar, el siempre mar, ya estaba y era.
¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento
y antiguo ser que roe los pilares
de la tierra y es uno y muchos mares
y abismo y resplandor y azar y viento?
Quien lo mira lo ve por vez primera,
siempre. Con el asombro que las cosas
elementales dejan, las hermosas
tardes, la luna, el fuego de una hoguera.
¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día
ulterior que sucede a la agonía.
Prima che il sogno (o il terrore) tramasse
mitologie e cosmogonie,
prima che il tempo fosse coniato in giorni,
il mare, il sempre mare, già c’era ed esisteva.
Chi è il mare? Chi è quel violento
e antico essere che erode i pilastri
della terra ed è uno e molti mari
e abisso, e bagliore, e azzardo e vento?
Chi lo guarda lo vede per la prima volta,
sempre. Con lo stupore che le cose
elementari lasciano, le bellissime
sere, la luna, il fuoco di un falò.
Chi è il mare, chi sono io? Lo saprò il giorno
successivo che segue l'agonia.
                                                   (de El otro, el mismo,1964)

sabato 21 marzo 2020

ARTE POÉTICA/ARTE POETICA

de/di Jorges Luis Borges
(trad. Marcela Filippi)
Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.
Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.
Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,
ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.
A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.
Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.
También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.

Guardare il fiume fatto di tempo e acqua
e ricordare che il tempo è un altro fiume,
sapere che ci perdiamo come il fiume
e che i volti passano come l'acqua.
Sentire che la veglia è un altro sogno
che sogna di non sognare e che la morte
che teme la nostra carne è quella morte
di ogni notte, che si chiama sogno.
Vedere nel giorno o nell'anno un simbolo
dei giorni dell'uomo e dei suoi anni,
mutare l’oltraggio degli anni
in una musica, un rumore e un simbolo,
vedere nella morte il sogno, nel tramonto
un triste oro, tale è la poesia
che è immortale e povera. La poesia
ritorna come l'aurora e il tramonto.
A volte nella sera un volto
ci guarda dal fondo di uno specchio;
l'arte deve essere come quello specchio
che svela il nostro proprio volto.
Raccontano che Ulisse, stanco di prodigi,
pianse d'amore scorgendo la sua Itaca
verde e umile. L'arte è quell’Itaca
di verde eternità, non di prodigi.
È anche come il fiume interminabile
che passa e rimane ed è il cristallo dello stesso
Eraclito incostante, che è lo stesso
ed è un altro, come il fiume interminabile.
(de El hacedor, 1960)

venerdì 20 marzo 2020

LA LUNA

de/di Jorges Luis Borges
(trad. Marcela Filippi)
A María Kodama
Hay tanta soledad en ese oro.
La luna de las noches no es la luna
que vio el primer Adán. Los largos siglos
de la vigilia humana la han colmado
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.
C'è così tanta solitudine in quell'oro.
La luna delle notti non è la luna
che vide il primo Adamo. I lunghi secoli
dell’umana veglia l’hanno colmata
d’antico pianto. Guardala. È il tuo specchio.

giovedì 19 marzo 2020

ADA SIN ARDOR/ADA SENZA ARDORE

de/di Santos Domínguez Ramos
(trad. Marcela Filippi)
Este bosque, este musgo, tu mano, esta mariquita que se ha posado en mi pierna, todo esto no puede sernos arrebatado. ¿O puede? (Lo sería. Lo fue)
(V. Nabokov)
La historia es conocida y sigue estremeciendo
como el viento inclemente de las estepas rusas
a las que pertenece.
Una muchacha aún siente
el latigazo dulce del placer en los muslos
y escribe largas cartas con la pluma encendida
del sol de los veranos, con la caligrafía
caliente del deseo,
con las sintaxis limpia y púber de la carne.
Con la efusión de cartas que no recibe nadie,
pues van a una remota dirección clausurada,
la pasión levantaba un puente de recuerdos,
alimentaba urgencias de bosques que caducan
por caminos de hierro y de barro muy negro
que hirieron de penumbra a ejércitos de bronce.
Cubierto por la nieve del tiempo y la distancia,
como aquellos soldados, se desplomó el deseo.
Sólo la imagen queda de aquella adolescente
que viviría en Moscú y sería desdichada.
Como aquella muchacha, con su flecha sin rumbo
y una rama marchita de olivo y esperanza,
seguimos encendiendo las hogueras azules
en las cumbres heladas de viento y desamparo.
Seguimos escribiendo, bajo un cielo de nieve,
en este duro oficio de aprender a morir,
con la decolorada tinta del desconsuelo,
cartas apasionadas que recoge nadie
a un buzón cancelado en el sur de Crimea.
Questo bosco, questo muschio, la tua mano,questa coccinella che si è posata sulla mia gamba, tutto questo non può esserci tolto, o può? (Lo sarebbe. Lo è stato.)
(V. Nabokov)
La storia è conosciuta e continua a scuotere
come l’inclemente vento delle steppe russe
a cui appartiene.
Una ragazza sente ancora
la dolce sferzata del piacere sulle cosce
e scrive lunghe lettere con la penna accesa
dal sole delle estati, con la calligrafia
calda del desiderio,
con la sintassi pulita e pubescente della carne.
Con l'effusione di lettere che nessuno riceve,
perché vanno a un remoto indirizzo chiuso,
la passione sollevava un ponte di ricordi,
alimentava emergenze di boschi che si disgregano
lungo strade di ferro e di fango molto nero
che ferirono di penombra eserciti di bronzo.
Coperto dalla neve del tempo e della distanza,
come quei soldati, il desiderio precipitò.
Resta solo l'immagine di quell'adolescente
che avrebbe vissuto a Mosca e sarebbe stata infelice.
Come quella ragazza, con la sua freccia senza meta
e un ramoscello appassito di ulivo e di speranza,
continuiamo ad accendere gli azzurri fuochi
sulle cime gelate di vento e di abbandono.
Continuiamo a scrivere, sotto un cielo di neve,
in questo duro mestiere dell’imparare a morire,
con lo scolorito inchiostro dello sconforto,
lettere appassionate che nessuno raccoglie
in una cassetta postale insussistente nel sud della Crimea.
(de Las provincias del frío, Algaida Editores 2006)

mercoledì 18 marzo 2020

EL MAR/IL MARE

de/di Jorges Luis Borges
(trad. Marcela Filippi)
El mar. El joven mar. El mar de Ulises
y el de aquel otro Ulises que la gente
del islam apodó famosamente
Es-Sindibad del Mar. El mar de grises
olas de Erico el Rojo, alto en su proa,
y el de aquel caballero que escribía
a la vez la epopeya y la elegía
de su patria, en la ciénaga de Goa.
El mar de Trafalgar. El que Inglaterra
cantó a lo largo de su larga historia,
el arduo mar que ensangrentó de gloria
en el diario ejercicio de la guerra.
El incesante mar que en la serena
mañana surca la infinita arena.
Il mare. Il giovane mare. Il mare di Ulisse
e quello di quell'altro Ulisse che la gente
dell'Islam soprannominò famosamente
Il Sindbad del Mare. Il mare di grigie
onde di Erick il Rosso, alto sulla sua prua,
e quello di quel cavaliere che scriveva
allo stesso tempo l'epopea e l'elegia
della sua patria, nella palude di Goa.
Il mare di Trafalgar. Quello che l'Inghilterra
cantò per tutta la sua lunga storia,
l’arduo mare che insanguinò di gloria
nel quotidiano esercizio della guerra.
L’incessante mare che nel sereno
mattino solca l’infinita sabbia.


(de El oro de los tigres”, 1972)