de/di Santos Domínguez Ramos
(trad. Marcela Filippi)
Hay días que te visita, tentacular, el miedo.
Viene con los latidos de un fugaz aleteo,
por las inmediaciones del mineral en ruinas,
con la luz insurrecta de una isla tenebrosa,
con los letargos lentos del reptil en invierno.
Metódico, incesante, como el viento en la costa,
como un flujo de sístoles que el tiempo deteriora
o el filo inexorable de la daga,
lo convocan las sombras diezmadas de la noche
de un reino inconsistente.
Y el canto rezagado y tímido de un pájaro
desorientado, en sombras,
lo ha dejado en tu oído.
Se instala sobre el rito pendular de los astros
y ocupa, aún más arriba,
el lugar interino de los sueños.
Y entonces el calígrafo
va por mares sin sueño con deltas repetidos,
por desembocaduras dudosas,
hacia la latitud vacía de los pecios.
Y en la llaga quemante de un oscuro viaje
navega hacia la noche unánime del faro.
En sus emplazamientos ventosos, invisibles
conduce al corazón a la deriva
por un itinerario extravagante
de bóvedas, desiertos y olores de alhucema
que va a la capital de los naufragios.
En esas noches llega, tentacular, el miedo.
Ci sono giorni in cui ti visita, tentacolare, la paura.
Viene con i palpiti di un fugace battito d’ali,
dalle prossimità del minerale in rovina,
con la luce insorta di un'isola tenebrosa,
con i letarghi lenti del rettile in inverno.
Metodica, incessante, come il vento sulla costa,
come un flusso di sistole che il tempo deteriora
o del filo inesorabile della daga,
la convocano le ombre decimate della notte
di un regno inconsistente.
E il canto ritardato e timido di un uccello
disorientato, nelle ombre,
l'ha lasciata nelle tuo orecchio.
Si insedia nel rito pendolare degli astri
e occupa, ancor più in alto,
il luogo caduco dei sogni.
E allora il calligrafo
va per mari senza sogni con ripetuti delta,
per sbocchi dubbiosi,
verso la latitudine vuota latitudine dei relitti.
E nella piaga scottante di un oscuro viaggio
naviga verso la notte unanime del faro.
Nelle sue ubicazioni ventose, invisibili
conduce il cuore alla deriva
attraverso un itinerario stravagante
di volte, deserti e odori di lavanda
che va alla capitale dei naufragi.
In quelle notti giunge, tentacolare, la paura.