martedì 13 maggio 2025

CANTO XXXV

de/di Antonio Colinas
(trad. Marcela Filippi)

Me he sentado en el centro del bosque a respirar.
He respirado al lado del mar fuego de luz.
Lento respira el mundo en mi respiración.
En la noche respiro la noche de la noche.
Respira el labio en labio el aire enamorado.
Boca puesta en la boca cerrada de secretos,
respiro con  la savia de los troncos talados,
y como roca voy respirando el silencio,
y como las raíces negras respiro azul
arriba en los ramajes de verdor rumoroso.
Me he sentado a sentir cómo pasa en el cauce
sombrío de mis venas toda la luz del mundo.
Y yo era un gran sol de luz que respiraba.
Pulmón el firmamento contenido en mi pecho
que inspirando la luz va espirando la sombra,
que nos anuncia el día y desprende la noche,
que inspirando la vida va espirando la muerte.
Inspirar, espirar, respirar: la fusión
de contrarios, el círculo de perfecta consciencia.
Ebriedad de sentirse invadido por algo
sin color ni sustancia y verse derrotado
en un mundo visible por esencia invisible.
Me he sentado en el centro del bosque a respirar.
Me he sentado en el centro del mundo a respirar.
Dormía sin soñar, mas soñaba profundo
y, al despertar, mis labios musitaban despacio
en la luz del aroma: «Aquel que lo conoce
se ha callado y quien habla ya no lo ha conocido».


Mi sono seduto al centro del bosco per respirare.
Ho respirato accanto al mare fuoco di luce.
Lentamente respira il mondo nel mio respiro.
Di notte respiro la notte della notte.
Respira in labbra le labbra l'aria dell'amore.
Bocca messa sulla bocca chiusa di segreti,
respiro con la linfa dei tronchi tagliati,
e come una roccia respiro il silenzio,
e come radici nere, respiro blu
in alto tra i rami del verde intenso frusciante.
Mi sono seduto a sentire come passa nell'alveo 
oscuro delle mie vene tutta la luce del mondo.
E, alla fine, ero un grande sole di luce che respirava.
Polmone il firmamento contenuto nel mio petto
che inspirando la luce va espirando l'ombra,
che ci annuncia il giorno ed esala la notte,
che inspirando la vita va espirando la morte.
Inspirare, espirare, respirare: la fusione
degli opposti, il cerchio di perfetta coscienza.
Ebrezza di sentirsi invasi da qualcosa
senza colore né sostanza e vedersi sconfitto
in un mondo visibile per essenza invisibile.
Mi sono seduto al centro del bosco per respirare.
Mi sono seduto al centro del mondo per respirare.
Dormivo senza sognare, ma sognavo profondamente
e, al risveglio, le mie labbra bisbigliavano dolcemente
nella luce dell'aroma: «Colui che lo conosce
ha taciuto e, chi parla, non lo conosce più».


                                           (De Obra poética completa. Siruela)

 

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