de/di José María Jurado García-Posada
(trad. Marcela Filippi)
[Sevilla]
«So many, I had not thought death had undone so many»*
T.S. Eliot, La tierra baldía
Llueve sobre la casa de mi madre.
El agua descuartiza las paredes.
De pie, bajo la lluvia, ante el umbral contemplo
cómo pasan las sombras,
cómo pasan las sombras de las sombras,
a través de los siglos y los siglos.
Este solar,
que alguna vez fue huerta, cuadra,
horno de pan, taller de alfarería,
vio desfilar las águilas de Roma
y ya llevaba mil años habitado.
Desde aquel remotísimo fenicio
que atravesó la niebla y los pantanos
y cobijó sus sueños tras un muro
en el siglo, ¿cuál?, antes del tiempo.
En su recinto
hubo alegría y duelo;
en primavera, flores y, en el invierno, lumbre.
Engendrados y muertos en la casa
se sucedieron hombres y mujeres
bajo los alminares y los galeones
como las hojas de los árboles.
Acaso pudo dar refugio
a un soldado de Urbina
o alojar a una escuadra de dragones franceses,
y escuchó –esto es seguro-
las radiadas arengas de Queipo de Llano
(«y nadie se atrevía a asomarse a las ventanas»).
Sentados a la mesa cuatro niños
atienden a sus juegos.
Mi madre borda y canta,
junto al balcón su padre lee
y una luz cereal ilumina la estancia.
Es una tarde clara de verano.
La última.
Pasajeros terrestres de la casa.
Piove sulla casa di mia madre.
L'acqua distrugge le pareti.
In piedi sotto la pioggia, dinanzi alla soglia contemplo
come passano le ombre,
come passano le ombre delle ombre,
attraverso i secoli e i secoli.
Questa abitazione,
che una volta fu frutteto, borgo,
forno per il pane, laboratorio di ceramica,
ha visto sfilare le aquile di Roma
ed era abitata già da mille anni.
Da quel remotissimo fenicio
che ha attraversò la nebbia e le paludi
e protesse i suoi sogni dietro un muro
nel secolo, quale?, prima del tempo.
Nel suo recinto
vi fu allegria e lutto;
in primavera, fiori e, in inverno, fuoco.
Generati e morti in casa
si sono succeduti uomini e donne
sotto i minareti e i galeoni
come le foglie degli alberi.
Forse poté dare rifugio
a un soldato di Urbina
o alloggiare un'unità di draghi francesi,
e sentì -questo è certo-
le arringhe via radio di Queipo de Llano
("e nessuno osava affacciarsi alle finestre").
Seduti a tavola quattro bambini
si occupano dei loro giochi.
Mia madre ricama e canta,
accanto al balcone suo padre legge
e una luce di cereale illumina la stanza.
È un luminoso pomeriggio d'estate.
L'ultimo.
Passeggeri terrestri della casa.
*«Tantos, nunca creí que la muerte hubiera deshecho a tantos»
«Mai avrei creduto che morte, tanta ne avesse disfatta»
N.B.: Águilas, 14 è una strada di Siviglia
(de Gusanos de Seda. 2016)
Maravilloso. Enhorabuena al autor y a la traductora.
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