de/di Olalla Castro
(trad. Marcela Filippi)
Agotados los dioses de trabajar la tierra,
crearon a siete hombres y siete mujeres
que habrían de ayudarlos en sus pesadas tareas.
Pronto hubo centenares, miles de ellos,
extendiendo su ruido molesto por el mundo
(golpe-pisada-grito,
¿qué otra cosa es la humanidad?).
Insomne, Enlil abrió las compuertas del cielo
y dejó caer sobre la tierra toda el agua de golpe.
Inundó el silencio los bosques y las casas,
creció por las estancias hasta anegarlo todo.
Hermosos flotaban los cadáveres
por cientos, por miles.
Una callada danza los mecía.
En las bocas cerradas, el reflejo del sol.
Esa noche, al fin,
pudieron los dioses descansar.
Stremati gli dei di lavorare la terra,
crearono, sette uomini e sette donne
che avrebbero dovuto aiutarli nelle loro pesanti mansioni.
Presto ci furono centinaia, migliaia di essi,
diffondendo il loro molesto rumore per il mondo
(colpo-passo-grido,
cos'altro è l'umanità?).
Insonne, Enlil aprì le chiuse del cielo
e fece cadere di colpo sulla terra tutta l'acqua.
Inondò il silenzio i boschi e le case,
crebbe nei domini fino ad annegare tutto.
Bellissimi galleggiavano i cadaveri
a centinaia, a migliaia.
Una silenziosa danza li cullava.
Nelle bocche chiuse, il riflesso del sole.
Quella notte, finalmente,
gli dei riuscirono a riposare.
(Del libro Todas las veces que el mundo se acabó. II Premio Internacional de Poesía. Ciudad de Estepona. Editorial Pre-Textos, 2022)
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