de/di Juan Carlos Mestre
(trad. Marcela Filippi)
Quien no haya visto el mar que se levante,
yo os lo voy a contar, cerrad los ojos.
Imaginad que el agua, como un caballo blanco,
se hubiera subido al campanario.
Las hojas de los árboles son peces,
la nieve, espuma de cristal sobre las olas.
Como de un vaso de luz
que sostuviera la mano de Dios,
van cayendo una a una las gotas de la vida.
Así, el inocente pájaro,
la piedra, el musgo o la mariposa
van entrando en el agua que ya todo lo cubre.
Creeréis que el mundo, desde siempre,
ha ido llevándole sus ríos.
Del fuego, de la oculta ceniza de madera
ha tomado el mar su verde brote de esmeralda.
Como el ruiseñor que canta
en los jardines de la tierra
también las caracolas en sus profundos valles
celebran la música.
Por eso al acercar tu oído
a ese bello laberinto de leche
escucharás, aunque no quieras,
el inmenso ruido de la mar.
Ahora ya lo sabéis,
y sólo falta empujarlo, entre todos,
al aire.
Chi non ha mai visto il mare si alzi,
io ve lo racconterò, chiudete gli occhi.
Immaginate che l'acqua, come un cavallo bianco,
salisse sul campanile.
Le foglie degli alberi siano pesci,
la neve, schiuma di cristallo sulle onde.
Come un bicchiere di luce
che sostenesse la mano di Dio,
vanno cadendo ad una ad una le gocce della vita.
Così, l'uccello innocente,
la pietra, il muschio o la farfalla
entrano nell'acqua che ricopre tutto ormai.
Crederete che il mondo, da sempre,
abbia portato loro i suoi fiumi.
Dal fuoco, dalla cenere occulta del legno,
il mare ha preso il suo germoglio verde smeraldo.
Come l'usignolo che canta
nei giardini della terra,
così anche le conchiglie nelle loro profonde valli
celebrano la musica.
Ecco perché, avvicinando l'orecchio
a quel bellissimo labirinto di latte,
sentirai, anche se non volessi,
l'immenso rumore del mare.
Ora lo sapete,
e non resta che spingerlo, tutti insieme,
nell'aria.
(De La historia del movimiento obrero de las hormigas. Kalandraka Editora, 2024)