de/di Santos Domínguez Ramos
(trad. Marcela Filippi)
Señor de las tormentas, líbranos de los muertos
pasados y futuros, y del buitre que ensaya
círculos melancólicos y espejismos de espanto
para explorar su espacio espectral en el mundo.
Líbranos de unos pocos, líbranos de la noche
y de la nieve lenta de la noche.
Así en la tierra dura como en la mar sombría,
líbranos de este mundo, señor de las ventiscas.
De este mundo que ahora y en la hora de la bruma
es menos comprensible, más opaco, más mudo.
Líbranos de las calles y de las extrasístoles,
de los dientes, la lluvia y el fruto del desierto.
Líbranos del destino que nos espera inmóvil
agazapado en niebla.
De la uña y la herradura líbranos, dios del frío.
Líbranos de la noche y de sus astros tristes,
líbranos de las vísperas del sueño antefuturo.
De los pluscuamperfectos líbranos cada noche,
de las esquirlas frías del cristal y el recuerdo.
Tú que miras ahora desde la ardiente sílaba,
desde la nada fría de tu sangre sin nadie,
déjanos en el hueco del tambor y del húmero
y en la paloma muerta
con un temblor de lluvia y un cántaro con ecos.
Tú que incendias los campos con tu último destello,
déjanos este tiempo
en la luz vacilante de los amaneceres
que suben de la niebla y cantan desde el sueño,
en las torres sin viento y en las banderas lentas de la noche.
Signore delle tempeste, liberaci dai morti
passati e futuri, e dall'avvoltoio che prova
cerchi malinconici e miraggi di spavento
per esplorare il suo spazio spettrale nel mondo.
Liberaci da alcuni, liberaci dalla notte
e dalla neve lenta della notte.
Tanto sulla terra ferma come nel mare tenebroso,
liberaci da questo mondo, signore delle tormente.
Da questo mondo che ora e nell'ora della bruma
è meno comprensibile, più opaco, più muto.
Liberaci dalle strade e dalle extrasistoli,
dai denti, dalla pioggia e dal frutto deserto.
Liberaci dal destino che ci aspetta immobile
rannicchiato nella nebbia.
Dall'unghia e dal ferro liberaci, dio del freddo.
Liberaci dalla notte e dai suoi tristi astri,
liberaci dalle vigilie del sogno del futuro anteriore.
Dai trapassati liberaci ogni notte,
dalle schegge fredde del cristallo e dal ricordo.
Tu che guardi ora dall’infuocata sillaba,
dal nonnulla freddo del tuo sangue senza nessuno,
lasciaci nel cavo del tamburo e dell'omero
e nella colomba morta
con un tremore di pioggia e un vaso con echi.
Tu che bruci i campi con il tuo ultimo bagliore,
lasciaci questo tempo
nella luce tremolante delle albe
che salgono dalla nebbia e cantano dal sogno,
nelle torri senza vento e nelle lente bandiere della notte.
(del libro “Principio de incertidumbre")
Nessun commento:
Posta un commento