de/di Enrique Gracia Trinidad
(trad. Marcela Filippi)
Ya sé que una piscina
jamás tendrá los versos de la arena del mar,
ni del sauce de un río
ni del lago y sus aguas que se duermen.
Pero la luna llena
ha bajado esta noche a refrescarse,
y mi piscina ha sido
el mar de las Antillas,
el Duero de los lánguidos
amantes, el lecho de la espada Escalibur.
Estaba tan hermosa que mis ojos
alzaron en la sombra
un canto humilde a sus orillas.
So bene che una piscina
non avrà mai i versi della sabbia del mare,
né del salice di un fiume
né del lago e delle sue acque che si addormentano.
Ma la luna piena
è scesa stasera per rinfrescarsi,
e la mia piscina è stata
il mare delle Antille,
il Duero dei languidi
amanti, il giaciglio della spada Escalibur.
Era così bella che i miei occhi
hanno elevato nell'ombra
un umile canto ai suoi margini.
Uno de esos poemas que siempre muestro como ejemplo de que la poesía no es sólo para cantar grandes cosas, sino, sobre todo, para hacer grande cualquier cosa.
RispondiEliminaAlguien me dijo "¡Cómo va a ser poética una piscina!" Pues no sé...