de/di Olalla Castro
(trad. Marcela Filippi)
V
Estoy frente a la ventana.
Trazo círculos sobre el cristal
con la punta de mis dedos;
son los mismos dedos con los que,
a veces,
cuando siento que voy a gritar,
tapo mi boca.
Trazo círculos sobre el cristal
durante horas:
he logrado convencerme de que,
mientras mis manos no dejen de tocarlo,
vacilaré entre los dos mundos
que el vidrio separa,
sin resbalar de este lado
donde todo se rompe.
Fuera hay un árbol que crece
a fuerza de anudarse sobre sí,
que tiene que torcerse para seguir viviendo.
Soy ese árbol y, al mirarlo,
consigo dar la espalda a todo lo que es blanco:
a las largas batas de los hombres-pastilla,
a las baldosas frías de la sala de duchas,
a las paredes donde otras
golpean sus cabezas,
a la camisa de fuerza
que me atan a la espalda
cuando no llego a tiempo
para taparme la boca con los dedos
y aúllo lo mismo que un coyote,
entendiendo de golpe
que guardo dentro de mí una madriguera.
V
Sono davanti alla finestra.
Traccio cerchi sul vetro
con la punta delle mie dita;
sono le stesse dita con cui,
a volte,
quando sento che sto per urlare,
mi copro la bocca.
Traccio cerchi sul vetro
durante ore:
Sono riuscita a convincermi che,
finché le mie mani non smettano di toccarlo,
oscillerò tra i due mondi
che il vetro separa,
senza scivolare da questa parte
dove tutto si rompe.
Fuori c'è un albero che cresce
a forza di annodarsi su se stesso,
che deve torcersi per continuare a vivere.
Sono quell'albero e, guardandolo,
riesco a volgere le spalle a tutto ciò che è bianco:
alle lunghe vestaglie degli uomini-pillola,
alle fredde piastrelle della sala delle docce,
alle pareti dove altre
sbattono la loro testa,
al camice di forza
che mi legano alla schiena
quando non faccio in tempo
a coprirmi la bocca con le dita
e ululo come un coyote,
comprendendo di colpo
di avere una tana dentro di me.
(Del libro BAJO LA LUZ, EL CEPO. XXII Premio Internacional de Poesía «Antonio Machado En Baeza». Poesía Hiperión, 2018)
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