de/di Olalla Castro
(trad. Marcela Filippi)
Betty Lee, la niña pelirroja
de vestido verde y largas trenzas,
juega junto a la hacienda de su padre.
Su cara, un colador
de diminutas pecas,
se vuelve papel amarillento
al llegar a los pies del viejo roble.
Tres hombres cuelgan
como pájaros
de la rama más alta.
Cuerpos-péndulo que oscilan levemente,
dibujando un teatro
de sombras en la tierra.
Descansan los tres
con la cabeza inclinada hacia delante,
fláccidos los brazos.
Todo alrededor está tranquilo.
A Betty Lee, papá
le prohíbe mirar fijamente a los negros.
Pero papá no está y ella es curiosa.
Tras estudiar la escena largamente
acaba por decirse:
así debe ser como duermen los negros.
Betty Lee, la ragazza dai capelli rossi
dall'abito verde e lunghe trecce,
gioca vicino alla fattoria di suo padre.
La sua faccia, un colino
di minuscole lentiggini,
diventa carta giallastra
giunta ai piedi della vecchia quercia.
Tre uomini appesi
come uccelli
del ramo più alto.
Corpi-penduli che oscillano leggermente,
disegnando un teatro
di ombre a terra.
I tre riposano
con la testa inclinata in avanti,
flaccide le braccia.
Tutto intorno è calmo.
A Betty Lee, papà
le proibisce fissare i neri.
Ma papà non c'è e lei è curiosa.
Dopo aver studiato a lungo la scena
finisce per dirsi:
dev'essere così che dormono i negri.
(Del libro La vida en los ramajes.Premio Nacional de poesía «Fundación Cultural Miguel Hernández» 2013. Poesía Devenir)
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