de/di Santos Domínguez Ramos
(trad. Marcela Filippi)
En Villa Medici
El día es un espejo y el cuadro lo refleja.
Está pintado el viento en las hojas que vibran
sobre la urdimbre líquida de la tarde romana.
Una luz transparente centellea en los ramajes,
se filtra en el dosel y llega al suelo
moteado de sombras
que tiemblan al compás sonoro de la brisa.
El día es un espejo.
Y hay una luz central que abarca la mirada,
un foco horizontal que surge de los arcos,
sube a las balaustradas
y se posa en el mármol impasible del tiempo.
En una lejanía de alamedas se intuye ya la noche,
pero ahora todavía
respira incandescente un silencio habitado
de pájaros azules ocultos en los setos.
Leve sobre la tarde serena del jardín,
en los altos cipreses se mece la armonía
secreta de los astros.
A Villa Medici
Il giorno è uno specchio e il quadro lo riflette.
Il vento è dipinto sulle foglie che vibrano
sull'orditura liquida della sera romana.
Una luce trasparente scintilla tra i rami,
penetra nel baldacchino e arriva al suolo
punteggiato di ombre
che tremano al tempo sonoro della brezza.
Il giorno è uno specchio.
E c'è una luce centrale che avvolge lo sguardo,
un faro orizzontale che sorge dagli archi,
sale sulle balaustre
e si posa sul marmo impassibile del tempo.
In una lontananza di viali già si intuisce la notte,
ma adesso ancora
respira incandescente un silenzio abitato
da uccelli blu nascosti nelle siepi.
Lieve sulla serena sera del giardino,
negli alti cipressi si culla l'armonia
segreta degli astri.
(De Cuaderno de Italia. Próximamente en la Isla de Siltolá)
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