de/di Rodolfo Serrano
(trad. Marcela Filippi)
A mi nieto Mateo
Como quien dice, acabas de llegar
y no son buenos tiempos, si no fuera
por esa deslumbrante mirada que adivino
en cada foto tuya, esas miradas
que rompen este encierro y estos días.
Está la gente triste, niño mío.
Estamos indefensos y este miedo,
tan antiguo, de hermano hacia el hermano
no nos deja dormir y nos angustia.
Un día te diré que cuando tú llegaste
estaba nuestro mundo hecho pedazos.
Volvieron viejos odios y sacaron
a la calle banderas como espadas
hiriendo nuestras almas y rompiendo
los besos, las caricias
que no podíamos darnos.
Y tú estabas ahí, ajeno a la tristeza,
nos traías en ese cuerpecito
la esperanza,
la bendita alegría de tus brazos
moviéndose, intentando
agarrar este mundo que, en tus manos,
se llenaba de luz, se convertía
en un glorioso mundo nuevo y limpio.
Traías en tu carne de sedas y amapolas
nuevos besos y todas las caricias
que habíamos perdido en esta noche larga.
Traías, sobre todo, como de miel y azúcar,
el deseo de ser,
de estar abierto y vivo,
de conquistar por fin el paraíso.
Bienvenido, mi amor, y que los dioses
te guarden de los odios. Bien llegado
a este mundo que tú llenas de alegría.
Tú traerás, como dijo Machado,
la España de la rabia y de la idea.
A mio nipote Matteo
Come chi dice, sei appena arrivato
e non sono tempi buoni, se non fosse
per quello sguardo abbagliante che intuisco
in ogni tua foto, quegli sguardi
che spezzano questa reclusione e questi giorni.
La gente è triste, bambino mio.
Siamo indifesi e questa paura,
così antica, da fratello a fratello
non ci fa dormire e ci angoscia.
Un giorno ti dirò che quando sei arrivato
il nostro mondo era a pezzi.
Sono tornati vecchi odi e hanno portato
nelle strade bandiere come spade
ferendo le nostre anime e rompendo
i baci, le carezze
che non potevamo scambiarci.
E tu eri lì, estraneo alla tristezza,
ci portavi in quel corpicino
la speranza,
la benedetta gioia delle tue braccia
muovendosi, tentando
di afferrare questo mondo che, nelle tue mani,
si riempiva di luce, diveniva
un glorioso mondo nuovo e limpido.
Portavi nella tua carne di seta e di papaveri
nuovi baci e tutte le carezze
che avevamo perduto in questa lunga notte.
Portavi, soprattutto, come miele e zucchero,
il desiderio di essere,
di essere aperto e vivo,
di conquistare finalmente il paradiso.
Benvenuto, amore mio, e che gli dei
ti proteggano dall'odio. Ben arrivato
a questo mondo che tu riempi di allegria.
Porterai, come disse Machado,
la Spagna della rabbia e delle idee.
(De El frío de los días -Viejos tangos encontrados en una maleta- Hoy es siempre Ediciones, Madrid 2021)
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