de/di Santos Domínguez Ramos
(trad. Marcela Filippi)
Otros habían salido de la ciudad volcánica
algunas horas antes.
Habían ido dejando las puertas bien cerradas,
pensaban regresar cuando pasara aquello.
Se llevaron las llaves de hierro de sus casas,
anillos de oro y plata, medallones, sestercios,
estatuillas de bronce de la diosa Fortuna
o talismanes fálicos
de probada eficacia en asuntos de amor.
Algunos se quedaron. Como aquella pareja.
Con el amanecer, la lluvia de lapilli parecía amainar.
Y aquellos dos amantes, tras una noche ardiente,
cogieron al salir tan sólo una lucerna
que llenaron de aceite para ver en lo oscuro.
Tenía la forma humana de una cabeza bruna.
En las puertas del sur –no llegaron más lejos-
el sacerdote de Isis sólo pudo atrapar
los gestos impotentes de su huida.
Retuvo en su mirada un reptil encendido
que ardía bajo las llamas;
la luz incandescente de un tiempo sin orillas
y el silencio inclemente de la piedra fundida.
Altri avevano lasciato la città vulcanica
alcune ore prima.
Avevano lasciato le porte ben chiuse,
pensavano di ritornare una volta finito tutto.
Portarono via le chiavi di ferro delle loro case,
anelli d'oro e d'argento, medaglioni, sesterzi,
statuette in bronzo della dea Fortuna
o talismani fallici
di provata efficacia in questioni d'amore.
Alcuni sono rimasti. Come quella coppia.
Con l'alba la pioggia di lapilli sembrava svigorirsi.
E quei due amanti, dopo una notte ardente,
presero uscendo solo una lucerna
che riempirono d'olio per vedere al buio.
Aveva la forma umana di una testa bruna.
Nelle porte meridionali - non arrivarono più lontano -
il sacerdote di Iside poté solo catturare
i gesti impotenti della loro fuga.
Trattenne nello sguardo un rettile acceso
che bruciava sotto le fiamme;
la luce incandescente di un tempo senza sponde
e il silenzio inclemente della pietra fusa.
De su libro Regulación del sueño, próximamente en la Institución Cultural el Brocense de la Diputación de Cáceres.
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