venerdì 4 agosto 2017

Marilyn
Pier Paolo Pasolini
(trad. M.F.P.)

Del mundo antiguo y del mundo futuro
había quedado solo la belleza, y tú,
pobre hermana menor,
la que corre detrás de sus hermanos mayores,
y se ríe y llora con ellos, para imitarlos,
y se pone encima sus bufandas,
toca sin ver sus libros, sus pequeños cuchillos

tú hermana más pequeña,
aquella belleza la llevabas con humildad,
y tu alma de hija de gente pequeña,
nunca supiste que la tenías,
porque de lo contrario no habría sido belleza.
Desapareció como un pequeño polvo de oro.

El mundo te la enseñó.
Así tu belleza fue suya.

Del estúpido mundo antiguo
y del feroz mundo futuro
había quedado una belleza que no se avergonzaba
de aludir a los pequeños senos de hermana menor,
al pequeño vientre tan fácilmente desnudo.
Y por esto era belleza, la misma
que tienen las dulces mendigas de color,
las gitanas, las hijas de los comerciantes
ganadoras de concursos en Miami o en Roma.
Desapareció como una paloma de oro.

El mundo te la enseñó,
y así tu belleza ya no fue más belleza.

Mas tú continuabas siendo niña,
necia como la antigüedad, cruel como el futuro,
y entre tú y tu belleza poseída por el poder
se puso toda la estupidez y la crueldad del presente.
La llevabas siempre adentro, como una sonrisa entre las lágrimas,
audaz por pasividad, indecente por obediencia.
La obediencia requiere muchas lágrimas tragadas.
El entregarse a los otros,
demasiadas miradas alegres, que exigen su piedad.
Desapareció, como una blanca sombra de oro.

Tu belleza sobrevivida del mundo antiguo,
solicitada por el mundo futuro, poseída
por el mundo presente, se volvió así en un mal.

Ahora los hermanos mayores finalmente se voltean,
dejan por un momento sus malditos juegos,
emergen de su inexorable distracción,
y se preguntan: "¿Es posible que Marilyn,
la pequeña Marilyn, nos haya indicado el camino? "
Ahora, eres tú la primera, tú hermana más pequeña,
la que no cuenta para nada, pobrecita, con su sonrisa,
eres tú la primera más allá de las puertas del mundo
abandonado a su destino de muerte.

Marilyn
Del mondo antico e del mondo futuro
era rimasta solo la bellezza, e tu,
povera sorellina minore,
quella che corre dietro ai fratelli più grandi,
e ride e piange con loro, per imitarli,

tu sorellina più piccola,
quella bellezza l’avevi addosso umilmente,
e la tua anima di figlia di piccola gente,
non ha mai saputo di averla,
perché altrimenti non sarebbe stata bellezza.

Il mondo te l’ha insegnata,
Così la tua bellezza divenne sua.

Dello stupido mondo antico
e del feroce mondo futuro
era rimasta una bellezza che non si vergognava
di alludere ai piccoli seni di sorellina,
al piccolo ventre così facilmente nudo.
E per questo era bellezza, la stessa
che hanno le dolci mendicanti di colore,
le zingare, le figlie dei commercianti
vincitrici ai concorsi a Miami o a Roma.
Sparì come una colombella d’oro.

Il mondo te l’ha insegnata,
e così la tua bellezza non fu più bellezza.

Ma tu continuavi ad essere bambina,
sciocca come l’antichità, crudele come il futuro,
e fra te e la tua bellezza posseduta dal potere
si mise tutta la stupidità e la crudeltà del presente.
Te la portavi sempre dentro, come un sorriso tra le lacrime,
impudica per passività, indecente per obbedienza.
L’obbedienza richiede molte lacrime inghiottite.
Il darsi agli altri,
troppi allegri sguardi, che richiedono la loro pietà.
Sparì come una bianca ombra d’oro.

La tua bellezza sopravvissuta dal mondo antico,
richiesta dal mondo futuro, posseduta
dal mondo presente, divenne così un male.

Ora i fratelli maggiori finalmente si voltano,
smettono per un momento i loro maledetti giochi,
escono dalla loro inesorabile distrazione,
e si chiedono: «È possibile che Marilyn,
la piccola Marilyn, ci abbia indicato la strada?»
Ora sei tu, la prima, tu sorella più piccola,
quella che non conta nulla, poverina, col suo sorriso,
sei tu la prima oltre le porte del mondo
abbandonato al suo destino di morte.

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