de/di Santos Domínguez Ramos
(trad. Marcela Filippi)
Se llegaba hasta allí subiendo entre las rocas
salitres de la costa, por los acantilados
donde los perros cierran los ojos y se espantan.
Una escalera en ruinas subía hasta el confín
caliente de la tarde donde el desierto acaba.
Y allí, entre las gaviotas y los duros lentiscos,
se oía respirar al mar de las batallas.
Al bajar del recinto, cuando en el aire hervía
una herida morada como una quemadura
y ardía la corona de espinas del poniente
sobre el cuerpo de fuego del verano,
soñaban las estatuas sus ojos vaciados
y en su lengua salobre pronunciaban los labios
una canción sonámbula que caía en la noche
sobre el silencio en sombra de los peces
y su espejo caliente de medusa y mercurio.
Si giungeva fin lì salendo tra le rocce
di salsedine della costa, dalle scogliere
dove i cani chiudono gli occhi e si spaventano.
Una scalinata in rovina saliva fino al confine
caldo della sera dove finisce il deserto.
E lì, tra i gabbiani e i duri lentischi,
si udiva respirare il mare delle battaglie.
Nello scendere dal recinto, quando nell’aria era
in ebollizione una ferita viola come una bruciatura
e ardeva la corona di spine del ponente
sul corpo di fuoco dell’estate,
sognavano le statue i loro occhi svuotati
e nella loro lingua di salsedine le labbra pronunciavano
una canzone sonnambula che cadeva di notte
sul silenzio all'ombra dei pesci
e del loro specchio caldo di medusa e di mercurio.
(del libro“Reloj de sombra”)
Nessun commento:
Posta un commento