de Marta López Vilar
(trad. Marcela Filippi)
Es pequeña mi casa. Apenas se recorre con la misma rapidez con la que el frío se queda atrapado en los cristales. La luz es cálida aquí dentro. Parece no saber nada. Entre nosotras hay un silencio protector. Me descalzo antes de entrar, para que no se entere de la nieve en mis zapatos. Mi casa ignora el hielo. Creo que no conoce que ahí mueren los insectos. Que ese mismo hielo puede helar la fuente de la plaza. Que por eso no tiene agua en los inviernos. Eso dicen.
Sólo abro sus ventanas en mayo, cuando entra un tibio aire de tormenta. Sólo entonces oye las campanas de la Gran Iglesia. Cada mayo las oye. Cada mayo conoce los números del tiempo. Una vez le traje una flor roja que nació en el patio. La dejé en el mueble. Era hermosa. Fue aquel día tardío que recibí una carta en blanco de alguna parte que ya no pude recordar.
La mia casa è piccola. Appena la si percorre con la stessa rapidità con cui il freddo rimane intrappolato sui cristalli. La luce è calida qui dentro. Sembra non sapere nulla. Tra di noi c'è un silenzio protettivo. Mi scalzo prima di entrare, affinché non sappia della neve nelle mie scarpe. La mia casa ignora il ghiaccio. Penso che non sappia che lì muoiano gli insetti. Che lo stesso ghiaccio può congelare la fontana nella piazza. Ecco perché non ha acqua negli inverni. Così dicono.
Apro le sue finestre solo a maggio, quando entra un’aria tiepida di tempesta. Solo allora sente le campane della Grande Chiesa. Ogni maggio le sente. Ogni maggio conosce i numeri del tempo. Una volta le ho portato un fiore rosso che era nato nel cortile. L'ho lasciato sul mobile. Era bellissimo. Fu quel giorno tardivo in cui ricevetti una lettera in bianco da qualche luogo che non ho potuto più ricordare.
*Calle BAJCSY-ZSILINSZKY, en la ciudad. El lugar donde estaba mi casa
(El Gran Bosque, II Premio Internacional de Poesía Margarita Hierro Fundación Centro de poesía José Hierro, Pre-Textos Poesía, 2019)
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