de/di Rodolfo Serrano
(trad. Marcela Filippi)
Pienso en ti en esta tarde en que no tengo a nadie.
Y te imagino en todos los hoteles de invierno.
En estaciones frías y con viajeros tristes
que van a ningún sitio y no llegan jamás.
Te imagino en Lisboa, en el café del puerto
en el que tú me diste ahogada en una copa
la promesa que nunca habías de cumplir.
Se escuchaba muy lejos el rumor de automóviles.
Y la noche era un beso de tinta sobre el mar.
Han pasado los años lo mismo que en mi cuerpo
pasaron las caricias sin dejar cicatriz.
Pero sigues estando en cada hotel sin nombre,
en esas ciudades de lluvias y de niebla,
en los bares más negros donde nunca entrarás.
Mas resulta que en estos momentos tan odiosos,
cuando me siento solo y todas las noticias
son el negro relámpago de la desolación,
te deseo y te pienso y recuerdo esos días.
Aunque tu nombre suene como un fado lejano
y me llegue lo mismo que la palabra adiós.
Penso a te questa sera in cui non ho nessuno.
E ti immagino in tutti gli alberghi d'inverno.
Nelle stazioni fredde e con viaggiatori tristi
che non vanno in nessun luogo e non arrivano mai.
Ti immagino a Lisbona, nel caffè del porto
in cui mi hai fatto, annegata in un bicchiere,
la promessa che non hai mai dovuto mantenere.
Si sentiva molto lontano il rumore di automobili.
E la notte era un bacio d'inchiostro sul mare.
Sono trascorsi gli anni come sul mio corpo
si son consumate le carezze senza lasciare cicatrice.
Ma continui ad esserci in ogni albergo senza nome,
in quelle città di pioggia e di nebbia,
nei bar più bui dove non entrerai mai.
Ma accade che in questi momenti così odiosi,
quando mi sento solo e tutte le notizie
sono il nero lampo della desolazione,
ti desidero e ti penso e ricordo quei giorni.
Nonostante il tuo nome suoni come un fado lontano
e mi giunga come la parola addio.
(De El frío de los días. Hoy es siempre ediciones, Madrid 2021)
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