de/di Miguel Veyrat
(trad. Marcela Filippi)
Cerca de la palmera hay desde siempre
un pilón de piedra donde viene
a sumergir su amarillo pico
un mirlo negro y fuerte. Bebe y jamás
se mira en el agua clara
que el rocío y la lluvia le dejaron.
Agita las alas —se baña
estremeciendo su más íntimo plumón
y luego canta, vuela ocupa y goza
el propio espacio. También allí juega
a menudo el dios —entre
enebros y canela, como un niño
que al mirarse en el espejo se hace añicos
mientras late al desdoblarse
bajo mercurio viscoso en el verdín.
No bebe ni vuela y canta,
sólo mira desde un agujero del ser —de
su mirada nace el tiempo
donde se forma la historia. Su locura
será ahora nuestro único misterio:
Juego místico del dios consigo
mismo —narciso celeste que muere
al conocerse, en vida y ejecución conjuntas.
Entre iris y almendras caídas
brotará de sus cenizas el consuelo
del fuego —ascua certera y blanca de deseo.
Vicino alla palma c'é da sempre
una fontana di pietra dove va
ad immergere il suo becco giallo
un merlo nero e forte. Beve e mai
si specchia nell'acqua chiara
che la rugiada e la pioggia gli hanno lasciato.
Agita le ali -si bagna
scuotendo la sua piuma più profonda
e poi, canta, vola, occupa e gode
il proprio spazio. Spesso lì gioca
il dio -tra ginepri e cannella, come un bambino
che nel guardarsi allo specchio si frantuma
mentre freme nel distendersi
sotto il denso mercurio di muschio.
Non beve né vola e canta,
guarda solo da una fessura dell'essere -dal
suo sguardo nasce il tempo
dove si forma la storia. La sua follia
sarà ora il nostro unico mistero:
Gioco mistico del dio con sé
stesso -celeste narciso che muore
nel conoscersi, congiuntamente in vita e morte.
Tra gigli e mandorle cadute
germoglierà dalle sue ceneri la consolazione
del fuoco -brace sincera e bianca di Desiderio.
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