Hallazgo/Scoperta
de/di Pablo Cingolani
Río Abajo, 2 de febrero de 2017
(trad. Marcela Filippi)
Este poema de Pablo Cingolani, traducido por mí, se lo dedico a este hombre extraordinario con el que comparto el amor por la montaña, al amor por ese espacio sin tiempo y donde los ojos acarician un silencio sin olvidos... Al amor por la vida!
Ayer en un correo me escribió palabras hermosas; comparto sólo un fragmento, que es la razón por la cual le quiero dedicar esta traducción, hecha como siempre, con todo mi cariño:
“Los padres, como vos decís, uno los lleva incorporados, están adentro nuestro: son parte de nosotros, y supongo que podés encontrar inspiración en las montañas, para entender que ellos ya están allí, y de allí nadie los moverá –como nadie moverá a las montañas del lugar donde están.”
Jamás desoí los mensajes
De las piedras. Era niño.
Mientras las escuchaba
Intuía. Una huella. La seguí
Cuando crecí y fui joven.
Así llegué hasta las montañas.
Era mayo. Un sol las bendecía.
Ellas le ofrendaban su fuerza.
Escuché en medio de mi asombro
El mismo mensaje que recordaba
De las primeras piedras.
Aquellas que caminé y sentí
En Sierra de la Ventana.
Esas piedras que, sin saberlo, me tatuaron.
Templaron la fe, la ilusión, la esperanza
La pasión, el amor, la dicha
En mi piel, en mis ojos, en mi alma.
Mai ho ignorato i messaggi
delle pietre. Ero bambino.
Mentre le ascoltavo
intuivo. Un’orma. La seguì
quando crebbi e fui giovane.
Così arrivai fino alle montagne.
Era maggio. Un sole le benediva.
Esse gli offrivano la loro forza.
Ascoltai dentro il mio stupore
lo stesso messaggio che ricordavo
delle prime pietre.
Quelle che camminai e sentì
in Sierra de la Ventana.*
Quelle pietre che, senza saperlo, mi hanno tatuato.
Hanno temperato la fede, l’illusione, la speranza
la passione, l’amore, la gioia
nella mia pelle, nei miei occhi, nella mia anima.
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