de/di Juan José Vélez Otero
(trad. Marcela Filippi)
Murió mi eternidad y estoy velándola
César Vallejo
Desde esta nueva casa
vemos el monte cuando atardece,
la soledad y yo vemos el monte
cuando atardece,
cuando se abren las ventanas
a las ascuas de este incendio
repetido y nunca el mismo.
Aparece ese momento
en que la sangre siente
cómo se agota el saldo,
en el que la tarde habla
con oculto aliento de metal y leña
de la precariedad del tiempo.
Uno no canta lo perdido;
reclama lo olvidado. Y no lo llora.
Es el humo voraz del abandono
el que hace saltar las emociones.
Encendemos un pitillo
y me apuro otro gin tonic
por aliviar el dolor,
este dolorcómplice y milenario del crepúsculo,
el dolor de la ceniza
,ese mismo que deja
la carne huidiza de mujer adolescente.
La mia eternità è morta ed ora veglio su di essa
César Vallejo
Da questa nuova casa
vediamo il monte all'imbrunire,
la solitudine e io vediamo il monte
quando imbrunisce,
quando si aprono le finestre
alle braci di questo incendio
ripetuto e mai uguale.
Appare quel momento
in cui il sangue sente
come si esaurisce il residuo,
in cui la sera parla
con occulto respiro di metallo e di legna
della precarietà del tempo.
Non si canta ciò che è perduto;
si reclama ciò che è dimenticato. E non lo si piange.
È il fumo vorace dell'abbandono
quello che fa saltare le emozioni.
Accendiamo una sigaretta
e mi verso un altro gin tonic
per alleviare il dolore, questo dolore
complice e millenario del crepuscolo,
il dolore delle ceneri
lo stesso che lascia
la carne sfuggente di una donna adolescente.
(Del libro La soledad del nómada. XVII Edición del premio de poesía
Cáceres Patrimonio de la Humanidad. Ediciones Vitruvio, Madrid)
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