de Alejandro Oliveros
(trad. Marcela Filippi)
Mi historia
son recuerdos
de las pieles
que me han
rozado;
de los ojos que,
con rabia o amor
me han mirado.
Algunos libros
mal recordados,
y cientos de versos
de grandes poetas,
entre ellos Machado.
La música
me abrió sus puertas
y hay en la casa
un piano,
que, de tarde en tarde,
han tocado
unas queridas manos.
Creí hablar
con Dios un día,
pero volví triste a la calle
al pensar que no me oía.
Ahora, en esta Milán,
vuelvo a hablarle,
pidiéndole, al rezar,
que no deje yo nunca,
como ahora,
de amar y cantar.
La mia storia
son ricordi
delle pelli
che mi han
sfiorato;
degli occhi che,
con rabbia o amore
mi han guardato.
Alcuni libri
non ben ricordati,
e centinaia di versi
di grandi poeti,
tra essi Machado.
La musica
mi ha aperto le sue porte
e c’è in casa
un pianoforte,
che, sera dopo sera,
delle care mani
han suonato.
Ho creduto di parlar
con Dio un giorno,
ma son ritornato triste per strada
pensando che lui non mi udisse.
Ora, in questa Milano,
gli parlo di nuovo,
chiedendogli, nel pregar,
di non smettere io mai,
come ora,
di amar né di cantar.
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