martedì 17 marzo 2020

INFERNO

de/di Santos Domínguez Ramos
(trad. Marcela Filippi)
¡Papé Satán, papé Satán, aleppe!
(Dante)
Hace un frío mojado de légamos espesos.
Sobre el agua de hielo de la laguna Estigia
vuela una garza de humo. Tirita la montaña.
Son muchos y no gimen. Llevan la vista baja.
Con lámparas humildes acuden temblorosos
a la orilla en la ciega noche de las hogueras.
Arrastran las cadenas de sus pasos confusos
por el suelo dudoso de aquella selva turbia.
Perséfone la oscura desata la tiniebla
con sus perros de sombra
en torpe confusión de lenguas y de caras
por el mar invernal de los ahogados.
Alguien que ya se ha ido ha dejado su parvo
patrimonio de hierva, su testamento negro
de lodo y quemaduras.
Lejos brilla la sangre del relámpago, lejos
la tormenta levanta su fronda de ecos mudos.
Los leopardos pasean su vigilia de espantos
por el agazapado confín del horizonte.
Mientras sube una torpe colina incadescente,
una secta desnuda de esclavos del silencio
arrastra la blasfemia circular de la noche
eterna del infierno.
Fa un freddo umido di fanghi densi.
Sull'acqua ghiacciata della laguna Estigia
vola un airone di fumo. Trema la montagna.
Sono molti e non gemono. Hanno lo sguardo basso.
Con umili lampade arrivano tremebondi
alla riva nella cieca notte dei roghi.
Trascinano le catene dei loro passi confusi
sul terreno incerto di quella torbida selva.
Persefone l’oscura libera le tenebre
con i suoi cani d’ombra
in goffa confusione di lingue e volti
attraverso il mare invernale degli annegati.
Qualcuno che se ne è già andato ha lasciato il suo parvo
patrimonio d’erba, il suo nero testamento
di fango e arsure.
Lontano brilla il sangue del lampo, lontano
la tormenta solleva la sua fronda di echi muti.
I leopardi passeggiano lungo la loro veglia di paura
lungo il rannicchiato confine dell'orizzonte.
Mentre sale un’impacciata collina incandescente,
una setta nuda di schiavi del silenzio
trascina la blasfemia circolare della notte
eterna dell'inferno.
(de Las provincias del frío, Algaida Editores 2006)

sabato 14 marzo 2020

EL GUARDIÁN DE LOS LIBROS/IL GUARDIANO DEI LIBRI

de/di Jorges Luis Borges
(trad. Marcela Filippi)
Ahí están los jardines, los templos, y la justificación de los templos,
la recta música y las rectas palabras,
los sesenta y cuatro hexagramas,
los ritos que son la única sabiduría
que otorga el Firmamento a los hombres,
el decoro de aquel emperador
cuya serenidad fue reflejada por el mundo, su espejo,
de suerte que los campos daban sus frutos
y los torrentes respetaban sus márgenes,
el unicornio herido que regresa para marcar su fin,
las secretas leyes eternas,
el concierto de orbe;
esas cosas o su memoria están en los libros
que custodio en la torre.
Los tártaros vinieron del Norte
en crinados potros pequeños;
aniquilaron los ejércitos
que el Hijo del Cielo mandó para castigar su impiedad,
erigieron pirámides de fugo y cortaron gargantas,
mataron al perverso y al justo,
mataron al esclavo encadenado que vigila la puerta,
usaron y olvidaron a las mujeres
y siguieron al Sur,
inocentes como animales de presa,
crueles como cuchillos.
En el alba dudosa
el padre de mi padre salvó los libros.
Aquí están en la torre donde yazgo,
recordando los días que fueron de otros,
los ajenos y antiguos.
En mis ojos no hay días. Los anaqueles
están muy altos y no los alcanzan mis años.
Leguas de polvo y sueño cercan la torre.
¿A qué engañarme?
La verdad es que nunca he sabido leer,
pero me consuelo pensando
que lo imaginado y lo pasado ya son lo mismo
para un hombre que ha sido
y que contempla lo que fue la ciudad
y ahora vuelve a ser el desierto.
¿Qué me impide soñar que alguna vez
descifré la sabiduría
y dibujé con aplicada mano los símbolos?
Mi nombre es Hsiang. Soy el que custodia los libros,
que acaso son los últimos,
porque nada sabemos del Imperio
y del Hijo del Cielo.
Ahí están en los altos anaqueles,
cercanos y lejanos a un tiempo,
secretos y visibles como los astros.
Ahí están los jardines, los templos.

Sono là i giardini, i templi e la giustificazione dei templi,
la retta musica e le rette parole,
i sessantaquattro esagrammi,
i riti che sono l'unica saviezza
che il Firmamento concede agli uomini,
il decoro di quell'imperatore
la cui serenità si riflesse nel mondo, suo specchio,
così che i campi davano i loro frutti
e i torrenti rispettavano i loro margini,
l'unicorno ferito che ritorna per segnare la fine,
le eterne leggi segrete,
il concerto dell’orbe;
tali cose o la loro memoria sono nei libri
che custodisco nella torre.
 I tartari vennero dal nord
su piccoli puledri chiomati;
annichilirono gli eserciti
che il Figlio del Cielo mandò per punire la loro empietà,
eressero piramidi di fuoco e tagliarono gole,
uccisero i perversi e il Giusto,
uccisero lo schiavo incatenato che vigila la porta,
usarono e dimenticarono le donne
e continuarono a Sud,
innocenti come animali da preda,
crudeli come coltelli.
Nell'alba dubbiosa
il padre di mio padre salvò i libri.
Sono qui nella torre ove giaccio,
ricordando i giorni che furono d’altri,
gli antichi e i forestieri.

Nei miei occhi non ci sono giorni. Gli scaffali
sono molto alti e i miei anni non li raggiungono.
Leghe di polvere e di sogno circondano la torre.
Perché ingannarmi?
La verità è che non ho mai saputo leggere,
ma mi consolo pensando
che l'immaginato e il passato sono tutt’uno
per un uomo che è stato
e che contempla quel che fu la città
e ora è di nuovo il deserto.
Cosa mi impedisce di sognare che un tempo
ho decifrato la saviezza
e ho disegnato con diligente mano i simboli?
Il mio nome è Hsiang. Sono colui che custodisce i libri,
che forse sono gli ultimi,
perché nulla sappiamo dell'Impero
e del Figlio del Cielo.
Sono lì sugli alti scaffali,
vicini e lontani alla volta,
segreti e visibili come gli astri.
Sono là i giardini, i templi.
(de Elogio de la sombra, 1969)

ESCASEZ DE LA VIVIENDA EN JAPÓN/CARENZA ABITATIVA IN GIAPPONE

de/di Francisco Ayala
(trad. Marcela Filippi)
Un pintoresco suceso ocurrido en Tokio pone de relieve la gravedad que en aquel país ha alcanzado el problema de la vivienda. La policía detuvo días atrás en un parque céntrico a una pareja que, al abrigo de un seto, estaba entregándose a las efusiones más íntimas. Conducidos a la comisaría los fogosos amantes, su identificación dio a conocer que los detenidos eran marido y mujer. Ante circunstancia tan insólita, quiso saber el comisario qué motivo había impulsado a la pareja a ejercer en lugar público sus actividades genéticas en vez de reservarlas para el sagrado del domicilio conyugal; y entonces el esposo, no sin orientales circunloquios y embarazadas sonrisas, hubo de explicarle que dicho domicilio consistía en una sola habitación donde se alojaban, con el matrimonio y tres hijitos, su suegra y dos cuñadas, cuya presencia continua ofrecía más penoso impedimento a las naturales expansiones que el eventual paso de algún extraño por los arriates del parque.
Un fatto pittoresco accaduto a Tokyo mette in rilievo la gravità che in quel paese ha raggiunto il problema abitativo. La polizia ha arrestato giorni fa in un parco centrale una coppia che, riparatasi dietro una siepe, si abbandonava alle effusioni più intime. Portati i focosi amanti al commissariato di polizia, la loro identificazione ha rivelato che i detenuti erano marito e moglie. Di fronte a circostanze così insolite, il commissario voleva sapere quale motivo avesse spinto la coppia a esercitare le proprie attività genetiche in un luogo pubblico invece di riservarle al sacro del domicilio coniugale; quindi il marito, non privo di circonlocuzioni orientali e sorrisi imbarazzati, dovette spiegargli che detto domicilio consisteva in una sola stanza in cui alloggiavano, insieme al matrimonio e tre figlioletti, sua suocera e due cognate, la cui continua presenza offriva un più penoso impedimento alle naturali espansioni che l'eventuale passaggio di qualche sconosciuto lungo le aiuole del parco.

(de El jardín de la delicias, 1971)

venerdì 13 marzo 2020

LAS COSAS/LE COSE

de/di Jorge Luis Borges
(trad. Marcela Filippi)
El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.

Il bastone, le monete, il portachiavi,
la docile serratura, le tardive
note che non leggeranno i pochi giorni
che mi restano, le carte da gioco e la scacchiera,
un libro e nelle sue pagine l'avvizzita
violetta, monumento di una sera
senza dubbio indimenticabile e già dimenticata,
il rosso specchio occidentale in cui arde
un'illusoria alba. Quante cose
lime, soglie, atlanti, calici, chiodi,
ci servono come taciti schiavi,
cieche e stranamente silenziose!
Dureranno oltre il nostro oblio;
non sapranno mai che ce ne siamo andati.
(de "El elogio de la sombra, 1969)

mercoledì 4 marzo 2020

JARDÍN/GIARDINO

de/di Carlos Oquendo de Amat
(trad. Marcela Filippi)
Los árboles cambian
el color de los vestidos
las rosas volarán
de sus ramas
Un niño echa el agua de su mirada
y en un rincón
LA LUNA CRECERÁ COMO UNA PLANTA

Gli alberi cambiano
il colore dei vestiti
le rose voleranno
dai loro rami
Un bambino versa l’acqua del suo sguardo
e in un angolo
LA LUNA CRESCERÀ COME UNA PIANTA

(Cinco metros de poemas, 1927)

martedì 3 marzo 2020

LOS JUSTOS/I GIUSTI

de/di Jorge Luis Borges
(trad. Marcela Filippi)
Un Hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silenzioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El quel justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

Un uomo che coltiva il suo giardino, come voleva Voltaire.
Colui che ringrazia che ci sia musica sulla terra.
Colui che scopre con piacere un'etimologia.
Due impiegati che in un bar del Sud giocano silenziosi a scacchi.
Il ceramista che premedita un colore e una forma.
Il tipografo che compone bene questa pagina, che potrebbe non piacergli.
Una donna e un uomo che leggono i terzetti finali di un certo canto.
Colui che accarezza un animale addormentato.
Colui che giustifica o vuole giustificare un torto ricevuto.
Colui che ringrazia che sulla terra ci sia Stevenson.
Colui che preferisce che gli altri abbiano ragione.
Quelle persone, che si ignorano, stanno salvando il mondo.

(“La Cifra”, 1981)