de/di Olalla Castro
(trad. Marcela Filippi)
Destrúyelo todo para mí, Señor.
Que los impíos caigan sobre la tierra
como el fruto de un árbol al varear sus ramas.
Que la muerte se esparza cual semilla.
Castiga, Señor, castiga,
a los cínicos, los ciegos, los violentos.
Golpea a quienes nos han golpeado.
Júzgalos. Condénalos.
Aplasta con tu mano sus manos miserables.
Que todos los pueblos menos el nuestro mueran.
Que las ciudades caigan menos Jerusalén.
Que nosotros, los únicos justos,
reinemos con nuestra única verdad.
Distruggi tutto per me, Signore.
Che gli impii cadano sulla terra
come il frutto di un albero scosso dai suoi rami.
Che la morte si sparga come seme.
Punisci, Signore, punisci,
i cinici, i ciechi, i violenti.
Colpisci coloro che ci hanno colpito.
Giudicali. Condannali.
Schiaccia con la tua mano le loro mani miserabili.
Che tutti i popoli tranne il nostro muoiano.
Che le città cadano tranne Gerusalemme.
Che noi, gli unici giusti,
regniamo con la nostra unica verità.
(Del libro Todas las veces que el mundo se acabó.
II Premio Internacional de Poesía. Ciudad de Estepona. Editorial Pre-Textos, 2022)
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